El Festival de Narrativa y Poesía, Ojo en la tinta, es un evento literario independiente que se realiza en la ciudad de Bogotá, Colombia, desde el año 2009. Este busca encontrar y difundir nuevas voces en la literatura colombiana y latinoamericana. El festival es organizado por el Colectivo Literario La Raíz Invertida.
Bogotá (1978). Escritor y ensayista. Finalista en 2007 del premio internacional de poesía breve, celebrado en Buenos Aires, Argentina, con el libro LA HUMANIDAD DE LAS COSAS. Premio Nacional de Cuento Corto convocado por la Revista SOHO, 2009. Premio Nacional de Poesía Eduardo Carranza, 2010. Accésit en el Premio Casa Silva, 2010. Es colaborador de medios escritos y virtuales, tales como Ibarra y Con-fabulación. Su poesía aparece en varias antologías nacionales e internacionales. En 2008 publicó LA TENTACION INCONCLUSA, bajo el cuidado de Común Presencia Editores. Es Coordinador adjunto de creación literaria en Biblored.
CAMINO INTERIOR
Lo he hecho todo:
Sembré un árbol donde no recuerdo,
Escribí un libro que nadie ha leído
Y tengo un hijo que nunca veo.
Lo he llorado todo:
He llorado la muerte, el amor, el destino,
La miseria, el hambre, la distancia
Y ya no queda sal en ninguna lágrima.
Acaso al fin lo he escrito todo:
Mil quinientos setenta y nueve poemas con treinta
y un centavos,
Tres cuentos, dos ensayos, noventa y tres informes,
Una renuncia,
Siete cartas, once mensajes en la nevera,
tres mentiras,
Cuatro grafittis, setecientas trece firmas –incluida
Facatativá, Cundinamarca. 1985. Es Licenciado en Humanidades y Lengua Castellana de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, promotor de lectura y gestor cultural. Obtuvo el premio Departamental de Poesía de Cundinamarca (2008) con el poemario Presos y el Premio de Poesía Revista Surgente en el marco del programa "Bogotá un libro abierto" (2008) con el poemario Los arados del parpadeo. Fue miembro del consejo de redacción de la revista universitaria de poesía El Ático. Participó en el XIV Encuentro Internacional de Poetas en Zamora, Michoacán, México. Su obra “Péndulos” fue reconocida con el primer puesto en el concurso Bonaventuriano de poesía en mayo de 2010. Su poema “Abismos del silencio” fue ganador en el concurso nacional de poesía “Palabra de la memoria” Julio de 2010 – Universidad central. Bogotá. Coordinó el taller de creación literaria en la biblioteca pública El Tunal.
Canto del escondrijo
“Ahogado el canto de los pájaros
descienden briznas de plumas
esquirlas de granizo.”
Jorge Rojas
En medio de la guerra
un ave construye un nido.
Entre cuerpos talados
delata el límite del tiempo.
Comisura de murmullos
un ayer que desespera.
Alarga su pico al fondo del océano
algo hay de cierto en ese otro paraíso
condenado a la muerte y los enigmas
al hedor de huellas mal hurtadas.
Silencioso y escondido
entre la soledad de un cielo enorme
vacío como esta hora
en que cae la rama
y forcejean los siglos.
Sol menguante
Se acostumbra el candil
a perpetuarnos
secretos y olvidados
tras las nubes de humo,
ebrios de iluminaciones
que se quieren beber
la oscuridad de las sombras.
Se dividen los llantos
como el sol menguante
cansado de irritarse
cansado de mirarse
siempre en silencio
arrastrando sus rayos por la tristeza
por su angustia vieja y vagabunda.
Se acostumbra el espejo a fragmentarnos
en soledades inhóspitas
en migajas de abrigo.
Se acostumbra el misterio
a veces el tiempo
con el que justificamos nuestro vuelo
en estas encumbradas estaciones.
El abismo ha rebosado sus orillas
y quedamos esperando un lugar en su episodio
una sobra de vacío
una pizca de estallido
o de oscuridad,
lejos del comienzo y de las partidas
en el acostumbrado ritmo
de esta luz crujiente y roída
que late aún
y llovizna.
Gravitación
Al parecer el infierno es otro de mis poros
Donde pongo un poco de grafito para insultar el día
Inmolar los parásitos que desgastan el aire
Y murmurar cifras alargadas como trazos
Al parecer el insecto que hoy se ha resignado
Ha caído de un séptimo piso cubierto entre laureles
Y una soga de lluvia lo ha condenado al suicidio
Y el fiel trompetista que dentro aclama
Ha prohibido correr por el césped de esta noche
Atragantado en las últimas palabras que sopla y espanta
Bogotá (1987). Estudiante de Licenciatura en Español e Inglés de la Universidad Pedagógica Nacional. Miembro del comité editorial del periódico de poesía Aldabón y del colectivo literario La Raíz Invertida, gestora cultural y organizadora del Festival de Narrativa y Poesía “Ojo en la tinta”. Colaboradora de la revista Contestarte de la Universidad Nacional de Colombia. Ha participado con la lectura de sus poemas en diferentes escenarios, entre los que se cuentan el 1er Festival de Poesía Universitaria, el XVIII Festival Internacional de Poesía de Bogotá, el Homenaje a Orietta Lozano del Gimnasio Moderno, entre otros. Algunos de sus poemas han sido publicados en diferentes revistas.
Bogotá (1982).
Profesional en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de
Caldas y estudiante de Maestría en Creación Literaria de la Universidad Central.
Es director del Festival de Literatura “Ojo en la tinta”. Su libro Cartografía de la luz ganó el XXVI
Concurso Nacional de Poesía Universidad Externado de Colombia; con el libro Georg Trakl en el ocaso fue Segundo
Premio del IX Concurso Literario Bonaventuriano de Poesía; ganador del Concurso
Nacional “La poesía de la vida cotidiana” - Casa de Poesía Silva.
Ha publicado los libros
Memorial del árbol (2013), premiado
en el IV Concurso Nacional de Poesía Obra Inédita, Diabolus in música (2014) Premio Nacional de Poesía Ciro Mendía y Teoría de la gravedad (2014), publicado
en Quito, Ecuador. Sus poemas aparecen en los libros Raíces del viento (2011), en la antología Postal del oleaje: poetas nacidos en los 80. Colombia-México (2013),
y en diferentes revistas de Colombia y el exterior. Hace parte del comité
editorial de la Revista Latinoamericana de Poesía La Raíz Invertida (www.laraizinvertida.com).
EL
ÁNGEL NEGRO DE LA ISLA DE KAMPA
Nadie lo vio entrar en su casa. Era
una fría noche de Praga, era un poema tirado a la alacena.
Al principio, con el orgullo herido y
las polillas sacudiéndole los trajes, se acostumbró a vivir con la noche
colgando de su espalda.
Decidió el encierro porque los hombres
sencillos mueren solos.
Con la pupila altamente dilatada,
Vladimír Holan, entendió que las sombras viajan empedradas de palabras. La
piedra oscura había regresado cargada de frutos.
En aquella casa había tanto ruido,
tanta miga de pan en las esquinas.
Se dice que la luz de la ventana
duraba encendida toda la noche, en el resplandor de la vela se diseminaba el
diálogo del mundo.
La claridad no se hacía esperar. Nadie
y todo había en él. La campana detenida por el lápiz, Hamlet conversando con
las ruinas del espejo, la muerte escondida en las catedrales.
Pero los años no pasan en vano. En la
pesada puerta crecía un caballo atado con alambres.
En el instante en que la voz del ángel
deshizo los colores de las cosas, cuando la tierra de los cementerios colmó de
cicatrices las estancias, pronunció estas palabras:
“Kateřina ha muerto. Hoy no ha venido
nadie a preguntar. La casa ha ocultado, al fin, todos sus ruidos.”
HAY
SOLES QUE CAEN
Un ángel juguetea en el ramaje del
árbol.
Es tan grande el abismo,
y tan silencioso el techo del mundo,
que nos abraza la pesadumbre,
y bebemos aguardiente,
y lloramos,
porque no entendemos
cómo Dios juega con sus dedos de
piedra
entre las hojas del álamo.
-->
VELO DE NOCHE
Vivir la lentitud
de la hormiga,
confuso
en una
ola de arena.
Entre el amor y mi sangre
hay un silencio de pájaros,
velos
como mareas
de hielo
bordados
con
filamentos de sal.
Alguien ha escrito mi nombre
en
una
roca
incendiada
con el carbón que tiñe
lentamente
la noche.
LA LENTITUD
En la profundo
del río
brama
a veces
un árbol
que no para de
crecer.
La mosca
siempre teje
el hilo de su
araña.
Es el diablo
quien desliza
el cerrojo
tras girar, quedo, la puerta.
GEORG TRAKL EN EL
OCASO
Un rostro púrpura se ciñe al abrazo
calcinado de la noche.
El espíritu oscuro de los bosques,
las sombras venenosas,
el grito moribundo de los guerreros
otoñales,
cubren de opio el azulado cuerpo de
espino.
Aletean los murciélagos alrededor
del joven que sueña.
Se escucha un lamento crepuscular.
El niño Elis le besa la frente
sangrante
y la hermana juega con alcoholes
mortíferos,
deambulando entre los catres del
centro hospitalario.
Qué luna más amarga. Cuánto silencio
sobrevive
en el canto último del mirlo.
Tierra negra amasa una música
nocturna
y se extingue un corazón huérfano de
flores amarillas.
La tumba aguarda a los ángeles
caídos;
un venado azul corre en delirio a la
primavera.
EN EL LOMO DE LA VACA EL VIENTO REVUELTO EN UN SUDARIO
DE ESPUMAS
Eran las mañanas y
las tardes. Solía acompañar a mi abuela Ana
a llevar y traer las
vacas, del establo al potrero y del potrero al establo.
Íbamos por la mitad
del pueblo arreando las vacas
que eran como dedos
gordos de Dios.
Yo y mis cinco años y
la rama de un árbol haciendo de fusta.
El sol trepaba por
las manchas azules de las vacas y en su paso torpe
un aliento
desconocido empozaba la sílaba del sueño.
Las piedras, las
crestas de los árboles, un puñado de maderos y sus cercas.
Verlas pastar era
echar boca adentro toda la paciencia del aire,
como hundir una luna
en un enredo de hierba.
Y en los ojos de las
vacas un vacío de luz, un misterio lerdo que latía en cenizas
sobre el corazón
lento del día.
Mis cinco años, mi
abuela Ana y las moscas abriendo huecos
en las primeras
sombras de la tarde.
Entonces la vaca
Golondrina se fue de bruces al río.
El hechizo del agua
le llegó como una soga que halaba su carne
en una cadencia sin
tiempo.
Era de ver su júbilo
corriendo entre las formas del torrente. Mugía y su voz era un tambor que
trenzaba mi garganta. Un fósil nacido en lo más hondo de la vocal del mundo.
Corría la vaca por el
río y mi abuela la seguía desde la orilla,
entre los pastos
largos y mojados,
llamando
desesperadamente su bovino. Cuidado de no ahogarse la vaca loca.
Mis cinco años arreando
el sueño de loco de mi abuela Ana. En el lomo de la vaca el viento revuelto en
un sudario de espumas.
Hará tiempo de
aquello. El río arrastrando esqueletos húmedos de hojas y trastos vegetales,
llevándose consigo mis cinco años y las alas invisibles de la vaca Golondrina,
en una ceremonia de
bocas abiertas a los muslos de la nada. Navegaba ahora
hechizado el ocaso en
una brisa de peces muertos.
Dicen que las vacas
se parecen a los
sueños de los hombres tristes, no dejan de rumiar su soledad
en cualquier balcón
desvencijado de la vida. En el mañana
o en el ayer, es
floración la noche cerrada.
A la orilla, sobre la
piedra bañada, boquea todavía la vaca Golondrina