El Festival de Narrativa y Poesía, Ojo en la tinta, es un evento literario independiente que se realiza en la ciudad de Bogotá, Colombia, desde el año 2009. Este busca encontrar y difundir nuevas voces en la literatura colombiana y latinoamericana. El festival es organizado por el Colectivo Literario La Raíz Invertida.

martes, 18 de enero de 2011

Hamilton Linares


Los alienígenas se acercaron al Consejo Intergaláctico. Llevaban consigo un cofre de un metal cuyo nombre habría sido imposible de pronunciar por parte de los antiguos habitantes del planeta devastado.
-Es todo lo que pudimos encontrar. Sobrevivió a la guerra nuclear, a la onda de calor de la última erupción solar y a la lluvia ácida producto de la contaminación extrema...
-No me interesan esas tonterías- interrumpió el Líder del Consejo, de apariencia vagamente similar a una cucaracha gigante-Sólo quiero saber una cosa ¿Cómo era la vida en este horrible planeta?
-Bueno... nuestra tecnología de extracción de recuerdos sólo pudo establecer unas pocas cosas a partir del propietario de las muestras que contiene este cofre... Su nombre era Hamilton Adrian Linares Casallas, sexo genético: Macho (aunque no mucho), nacido el 24 de noviembre de 1983 (calendario terrícola) después de Cristo...
-¿De quién?
-Ah! Después de Eloijham, su tatara-tatara-tatara-abuelo, quien se estrellara en el desierto terrícola en una de sus últimas borracheras y pues... asumiera forma humana y... empezara a hablar tonterías... y...
-ya me sé la historia- murmuró el Líder, apenado. Los demás miembros del consejo reían discretamente... o al menos lo intentaban.
-Perdón, su excelencia. Como decía, este sujeto humano nació en Colombia, Curiosamente, escribía ciencia ficción, un género donde solían incluir criaturas de otros mundos, máquinas imposibles y aniquilaciones masivas, entre otras cosas...
-¿Seres de otros mundos? ¿Máquinas imposibles? ¡Vaya estupidez!
-Sí, mi señor... Era un completo imbécil pero es lo único que sobrevivió... Incluso escribió un relato llamado "Y SE HACÍA LLAMAR L. C. HAMILTON", pero no sabemos de qué trataba...
-Seguramente trataba de idiotas tan grandes como él... ¡Ja, ja ja...!
-Sabemos que estudió Psicología en una Universidad del estado, terminó su carrera y trató de ganarse la vida haciendo terapias en un taxi... Al parecer, llevado por su deseo de ser padre, fue uno de los primeros en Latinoamérica en ser clonado para criar a su clon como su propio hijo. poco después se descubrió la tendencia irreprimible de los clones por asesinar a los sujetos de los cuales habían sido generados... Hamilton fue uno de ellos. La última imagen retinal confirma que fue asesinado por su clon...


QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA!!!

Mike intentaba apagar a su esposa cibernética tal como indicaba el manual: apretando fuertemente el seno izquierdo por unos segundos. La mujer cibernética, sin embargo, no se terminaba de apagar y continuaba repitiendo las últimas palabras que había dirigido a su marido:

QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO
    QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO…

Era un daño en el software. Mike no quería que los Técnicos la encontraran diciendo eso cuando llegaran para llevársela, pero no podía destrozar a la muñeca porque la garantía sólo cubría fallas en el programa, no en el hardware.
Daba pena verla en ese estado. Desde el día en que la había visto entrar bajo el marco de la puerta, en su caja de lujo, inmersa en un mar de bolitas de icopor, Mike había decidido con innegable certeza que este sería el androide con el que deseaba pasar el resto de su vida.
Y cómo no, si la habían diseñado punto por punto, cada centímetro de su piel sintética y eternamente tersa, tal cual Mike la había ideado: cabello castaño y ensortijado, ojos pequeños color miel, de pestañas tan largas como patas de araña amazónica, nariz respingada, labios tan carnosos que daban ganas de dormir sobre ellos, un cuerpo que avergonzaría la más curva de las guitarras, senos firmes aunque no demasiado grandes pues no quería que otros tipos se quedaran mirando a su mujer por la calle… Pero lo que más le gustaba a Mike eran sus codos… no eran los codos picudos y duros de una modelo anoréxica ni esos codos arrugados y flácidos de las mujeres corrientes… Eran unos codos perfectos, tal como Mike los había soñado noche a noche, como si de una fotografía, pegada a su hipotálamo mediante una chincheta, se tratara. 
La androide había salido de la caja  del mismo modo que una sirena habría salido de una ostra gigante, lenta y delicada, casi flotando sobre el suelo. Entonces, había formulado La Pregunta… las palabras que confirmaron de una vez y para siempre que ella era la más perfecta mujer jamás diseñada sobre la faz del planeta:
-¿Quieres algo de comer?
¡Dios santo! Claro que lo había querido… ¡Y qué mujer para cocinar! ¡Parecía una máquina!... Una máquina que no se cansaba de complacer de cualquier manera a su marido. Sin importar la hora, ella estaba presta para ir a la cocina, abrir huevos, pelar patatas, mezclar, hornear, decorar… y todo esto mientras sus codos, sus hermosos codos de diosa, se movían con la cadencia de una sinfonía celestial.
Pero ahora… ahora daba pena verla en ese estado…
Ella, que jamás le arrebató el control remoto, que jamás se arrebujó entre las cobijas, que jamás le prohibió salir de juerga con sus amigotes, que jamás le reclamó por perder su salario en un billar, que jamás le pidió un vestido costoso, ni las botas y la cartera que con él hacían juego…
Ahora ella estaba allí, con sus ojos muy  abiertos, repitiendo con fuerza esas vergonzosas palabras:

QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO
    QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO…

Era culpa de los técnicos, por supuesto, Los muy estúpidos nunca se dignaron explicarle que su amada esposa era toda una mujer.  Y, encima de todo, apareció Amanda… Una mujer de carne y hueso, dueña de su propio negocio, atlética, decidida, imponente, capaz de doblegar a hombres y mujeres bajo el influjo de su mirada abrasadora… Pero lo más desconcertante de Amanda eran sus codos, los mismos codos de su esposa cibernética. Era como si la propia Amanda le hubiera metido esa obsesión en la cabeza.
Entonces comenzó la conquista. El flirteo. Una amistad cuyos límites parecían cada vez más difusos. Los abrazos amistosos pronto se convirtieron en caricias inocentes, las caricias inocentes se transformaron en manoseos indecentes y los manoseos indecentes pronto degeneraron en…
En problemas.
Su esposa cibernética comenzaba a hacer preguntas. Se mostraba fría e inhumana. Su habilidad culinaria ya no parecía la misma y sus codos… sus alguna vez hermosos codos de diosa  ¿acaso no comenzaban a mostrarse arrugados y asquerosos?
Nadie habría sospechado que un androide podría perseguir a su marido. Eso sí, había que aceptar la diplomacia e inteligencia de su artificial esposa que, sin que él ni su amante se percataran,  había descubierto a su esposo con las manos en Amanda.
No hizo ningún escándalo en ese momento. Actuó con la mecánica frialdad de una esposa traicionada. Llegó a casa y preparó el plato más sabroso. Esperó pacientemente a que Mike llegase y le vio comer en silencio. Sólo Dios sabía qué estaba maquinando. Por último, la abnegada esposa confrontó a su  marido. Preguntó con tono inescrutable si no existía algo que ella debía saber. Se lo preguntó no una, ni dos, ni tres, sino diez veces, como si en vez de una esposa fuera una contestadora automática.
Mike, naturalmente, fingió inocencia.
La androide entonces procedió a ser completamente explicita, pues era este el paso lógico que según su programa debía seguir, y preguntó a Mike si tenía una aventura con una mujer de carne y hueso, si había cambiado la fría seguridad de una máquina por la cálida pero traicionera piel de una mujer humana.  
Mike, naturalmente, lo negó todo. 
Entonces,  de los ojos de la mujer cibernética brotó la luz de un holograma, una grabación de fidelidad mucho mayor de la que Mike podía ofrecer a su esposa, donde él y Amanda se revolcaban, dichosos, riendo y gritando sobre la cama de un motel.
Mike, naturalmente, se puso furioso.
Se incorporó de un brinco de la mesa y comenzó a golpear con brutalidad a su esposa. La batalla había durado poco y las últimas palabras que brotaron de la garganta sintética de la mujer cibernética fueron simples pero contundentes:

QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, CERDO


El timbre sacó a Mike de sus cavilaciones.
Eran los Técnicos.
Su ex-esposa (Mike estaba seguro que el desmantelamiento del cónyuge anulaba el contrato marital) estaba conectada a un sistema de monitoreo que, en caso de accidente o daño inesperado, enviaba una señal de auxilio a la compañía fabricante de androides.
Mike aún se preguntaba cómo explicaría lo sucedido a los Técnicos cuando, al abrir la puerta, se encontró con dos hombres de gorra, sonrisa despectiva y una cajita de herramientas y, tras ellos, Amanda.
Sin mediar palabra, la mujer agarró fuertemente a Mike de los genitales mientras decía a los Técnicos:
-Creo que esto no fue buena idea. Es la cuarta vez que mi fantasía sexual  es arruinada por la incapacidad de estos hombres de hojalata para ocultar una simple infidelidad. La próxima vez quizá busque un hombre casado de carne y hueso.
-¿Un que?-quiso gritar Mike. Las fuerzas le abandonaron. La bruja apretaba bastante duro. Entonces, Mike gritó por última vez:

QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, ZORRA
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, ZORRA
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, ZORRA
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, ZORRA
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, ZORRA
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, ZORRA
QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, ZORRA
     QUITAME LAS MANOS DE ENCIMA, ZORRA…

Rodolfo Ramírez Soto


Bogotá (1973) Autor de TINTASANGRE (Casa de Poesía Silva – Funcreta Editores; Bogotá 2003) Fundador de la experiencia literaria alternativa LOS IMPRESENTABLES. Director del TALLER DE POESÍA CIUDAD DE BOGOTÁ, el cual hace parte de la Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa RENATA y cuenta con el apoyo de la CASA DE POESÍA SILVA. Coordinador del Taller de Poesía que se dicta en la Biblioteca Pública EL TINTAL. Corresponsal en Colombia para la revista chilena POETAS DEL CINCO. Colaborador del BOLETÍN CULTURAL Y BIBLIOGRÁFICO DEL BANCO DE LA REPÚBLICA. Textos, reseñas y artículos suyos han sido publicados en revistas como La Jornada Cultural -México-; Nuevo Amanecer -Nicaragua-; Sujeto Almado -Venezuela-; Ulrika, Golpe de Dados, Puesto de Combate y Revista Casa de Poesía Silva -Colombia-; El Amanecer -Estados Unidos-. Apartes y reseñas de su obra en la web se pueden encontrar en:





Arlet descubre una invitación al misterio
donde yo no veo más que un espacio vacío.
Cuando ella canta le pido silencio
cuando corre le pido quietud.
Arlet siempre en medio de la vida
mientras yo apenas no más que ojo ciego:
mirándola sin entenderla,
viéndola correr sabiendo que no podré alcanzarla,
escuchándola cantar sin comprender palabra.
Ella con su ritmo en medio de la vida
yo salvando la caída enganchado a su mirada.
¿Qué le puedo enseñar que ella ya no intuya?
¿Qué le puedo dar que ella ya no tenga?
¿Dónde me puedo hacer para no estorbarla?
Volverse arruga es la condena del padre.
Para ella el haz de mi corazón
de Arlet son por derecho los nuevos buenos días
la esperanza… el bosque… y el sol.



***


La espera amenaza con volverse eternidad
la eternidad con repetirlo todo.
Todo es la palabra ida
la noche en medio del día,
los treinta y cuatro años rabiosos
todo la vida perdida.  
Con repetirlo todo amenaza la eternidad
con ser eternidad la espera mía.


***


El día es la botella vacía
(la botella llena es lo más parecido a la esperanza)
La vida es una mesa llena de días desocupados… derrotados
observada a la distancia por animales ebrios de destino.

El mundo es una taberna que no abre los domingos.

Jacobo Díaz Arana


Nació en la ciudad de Bogotá en el año 1978. Curso estudios de bachillerato y de universitario en Fumparcal, y Unite. El  cine y la fotografía es su profesión, su amor la poesía, en la cual se desempeña desde pequeño.  Realizó un viaje a España donde se enamoró de su cultura. Viajero insaciable ha conocido de manera paulatina el país, sus costas y su selva.  

 
LA PIEDRA

Es como una flor poderosa
Como el terruño de las grietas
Suya es la ruina y la cimentación,  
Tú nube esculpida, tú nube pétrea,
Arrojada a la tierra y al cielo
La facultad del fuego,
Has quebrado esa transparencia,
Si vuelta luz, quebrar el océano,
Piedra entre la piedra su madurar,
Talismán natural de lo aguerrido,
Y que el agua derrumbe;      
Puño, frente, puño, sien,
Vacilan los hierros subterráneos,
Tan hecha de rabia eres y en otra herida retumbas,
¿Sepultas la hierba?
La ceniza alentada,
Tuya es la estrella, tuya la oscuridad,
Como tu fuerza te ahondas,
Desde que eres tornado de espuma; 
Espléndida será tu alba,
Y siempre férrea tan férrea. 

TANTOS VIVOS COMO MUERTOS

Tantos vivos como muertos
Así la eternidad se apena,
Y la felicidad se ríe de sí misma,
Viene contra mí todo lo mío.
Y a ti noche una claridad demasiado nocturna.
Se fuga la libertad por los barrotes,
Polvo, arena, espuma, ruina,
Unas veces quedan sin nada las manos,
¿Quién eres, de dónde vienes, a dónde vas?
Con qué cuidado nos pule la necesidad,
Ah fantasma ausente, loco perdido;
Tú también, aquél yo que es ese otro él;
Algún día seré lo esperado
Nadie ha de tropezarse con nosotros en la esquina.
Alguien me abandona a lo abandonado.
Y en el vientre y en el ataúd el hambre,
La pobreza ha colocado el punto;
Cómo suenan de mal los huesos,
Cómo es de estorbosa la carne.
   

viernes, 14 de enero de 2011

Diego Ortiz


Estudiante de Licenciatura en Lengua Castellana de la Universidad Distrital (Bogotá - Colombia). Finalista en el II Concurso Literario Umpalá (2005). Ganador del I Concurso de Escritores de la comunidad Arihua.net (2005). Ganador del concurso Bogotá: Historias Paralelas (2008), proyecto de Bogotá capital mundial del libro. Ha publicado cuentos en las revistas literarias Gavia (Universidad Distrital), RILTTAURA (Universidad Nacional) El puñal (Chile) y Palabrero Virtual (Colombia).Publicación de cuentos en la antología Cenizas en el andén (Bogotá, 2009).  Director de la revista Gavia (Universidad Distrital - Bogotá).


ATEMPORAL

Usted lo verá todos los martes a las cuatro y cincuentaiséis en la entrada del local, esperando a Marquitos para recibir el ejemplar semanal del Magazín Atemporal, una revista dedicada exclusivamente al olvidado mundo de las piezas de relojería. No crea, yo me hice la misma pregunta: ¿Por qué va luego al parque de la esquina a buscar tornillos y comida en las bolsas de la basura? Pues, usted sabe, a mí no me gustan los chismes, pero por ahí me enteré de algunos detalles. Doña Mercedes, sí, la que vive a tres casas de la suya, me contó que lo conoce hace muchos años, desde antes que él se la pasara recorriendo las calles sin destino alguno. Eso sí, siempre ha sido tan flaco y desgalamido como lo acaba de ver. Por allá hace como seis meses ella lo invitó a un café en la panadería de la otra cuadra y él le contó su vida sin tapujos. Hasta nombre sonoro tiene, pues se llama Raúl Echeverri. Yo, la verdad, creo que se lo inventó. Pero lo importante no es su nombre sino sus manos.
Vea usted que ese Raúl fue el mejor relojero de la ciudad, por allá hace unos veinte años. Aprendió a desarmarlos y a repararlos de muy joven pues, según le contó, abandonó el colegio a medio camino para dedicarse a algo que, por la seguridad de sus propias palabras, le apasionaba profundamente desde su niñez. Aprendió solo, ¡imagínese!, con las revistas que le regalaba el señor Bustamante, sí, el papá de Marquitos.
Ahí donde lo ve, el Raúl era todo un genio para la cuestión, de hecho dejaba los relojes –los de pulso, los de pared, hasta el de la iglesia– como si nunca hubieran marcado tiempo alguno.
Pero vea usted cómo es de irónica la vida.
Un día, mientras trabajaba ya en la relojería del señor Bustamante, conoció a una joven muy hermosa y adinerada que le llevó un reloj costosísimo, traído por allá de donde se la pasan haciendo relojes, todos ellos obsesionados con el tiempo. ¿Sí, esos mismos! Los que dejaron ahí un reloj en una columna en el parque del señor Olaya. Al entregarle la reliquia familiar dizque le dijo que él y sólo él podía repararlo. Claro, ¡imagínese el rostro de Raúl!, ese hombre se sentía todo orgulloso por su reputación, pero hasta ahí nada del otro mundo. Lo que sucedió es que el Raúl se enamoró de la joven, de sus muñecas delgadas según contó, y ahí doña Mercedes hizo como caras y muecas, pero al final me lo dijo medio avergonzada, que ellos tuvieron muchos encuentros concupiscentes. ¿Cómo se enteró doña Mercedes? Ah no, eso sí se lo dejo a usted, que es mejor que yo para averiguarse los detalles.
El punto es que, después de haberle arreglado todos los relojes de la casa como unas diez veces, una tarde, faltando cinco para las cinco, llegó el marido de la joven a la relojería del señor Bustamante, un tipo grueso y falto de modales, no precisamente por una reparación de relojes, sino por una restitución de tiempo. No se haga el tonto que usted me entiende. Claro, el tipo no fue solo, apareció con otros que parecían matones –matones, esa fue la palabra de la señora Mercedes, y vea que no se equivocaba-, sacaron al pobre de Raúl del local a las malas y en el callejón que queda ahí al lado lo golpearon hasta desfigurarlo y el tipo ese, al final, le cortó dos falanges del índice de la mano derecha.
¡No, si usted viera! Raúl se puso a llorar con una tristeza desbordante frente a doña Mercedes, porque sin esas falanges nunca pudo volver a ejercer su labor con la destreza que lo caracterizaba. La clientela se desvaneció y el señor Bustamante cerró la relojería. ¿Raúl? Véalo. Era lo único que sabía hacer, y lo hacía a la perfección. El pobre terminó viviendo en la calle, medio loco, obsesionado por la hora, y desde que vio entrar acá a Marquitos viene puntual, todos los martes a las cuatro y cincuentaiséis, esperando recuperar un espacio olvidado y atemporal.

Ingrid González


Nació en Bogotá, Colombia (1990). Cuentista, cronista y algunos dicen que poeta. Ha realizado estudios sobre creación literaria en el Taller de Crónicas Barriales (2007), en el Taller de Escritores U. Central (2009) y en el Taller Virtual de Escritores (U. Central y Fundación Gilberto A. Avendaño).
Primer puesto en el concurso de ensayo de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño con el tema “Literatura, cultura y paz en Colombia” (2007). Jurado en el Concurso de Cuento, Poesía y Artes Gráficas del SENA (2009). Ha publicado crónica en la Antología de Crónicas Barriales y en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango (2007), como poesía en la revista Gavia (U. Distrital, 2009), y en el libro Poesía Colombiana (La Esquina Ediciones, 2009) y Antología de letras y exlibris (Ediciones La Máquina Gris y Liga Latinoamericana de Artistas, 2010); además de algunas publicaciones virtuales.
Ha sido invitada a diversos recitales de cuento y poesía en diferentes bibliotecas y locaciones.
Actualmente cursa un pregrado en la Universidad Pedagógica Nacional. 


Tríptico de un miserable en una noche de almohadas negras.

Esta noche, siento que tu felicidad me reseca; además de otras cosas. Me reseca este cuerpo, esta cabeza inquieta, que, floja, intenta abandonarse a cualquier elemento no maleable.
Y tu sonrisa, me da asco la forma de tu sonrisa, el acomodo de los dientes en tus labios de látex que filosos se zarandean entre un ambiente dietético, vegetal y estático. Eso también me reseca; Anie, tú me resecas. Tú y lo que representas: espacios de anciano y risas de plástico.
La calle, desde un alto edificio en una ciudad más puta que Paris, pero menos escandalosa que Las Vegas, parece un brote de llagas rojas, verdes, amarillas, grises y negras. Lo noto, tanto, que las siento crecer, formarse en los corpúsculos de mi piel para que luego, ante cualquier misericordiosa brisa, exploten creando más a su alrededor. Estoy contaminado, empalagoso y reseco de nuevo.
Jhon dice que soy un “existencial”. Puede que sí. Puede que tenga ganas de saltar y atrapar esas llagas con mi cuerpo, antes de que ellas lo hagan por mí…
Ha llamado mucho últimamente, y sé que evita el tema “Anie”. Aunque yo lo busco. Quizá porque algo me dice que ambos acaban de compartir la misma cama, y después de dos polvos, me recuerdan. Sí. El idiota “existencial”. El reseco, idiota, existencial. Hay que llamarlo. Tal vez no conteste. Se ha matado, al fin, lo ha conseguido…
El recuerdo de un guiño en la calle me hace pensar en una puta. Quizá una revolcada me reanime.


***

El cuarto, hediondo a exceso, me repugna. La mujer con la boca medio abierta revienta de placer en mi pecho. La cama es frágil, usada, temo caerme. Tiemblo al pensar en caer con ella encima, con la carne magullada que me ha alimentado en las últimas dos horas…Soy basura que come basura, una especie de caníbal que ha encontrado su pedazo. ¿Querré más?
El dinero lo he dejado en la almohada. Gracias puta divina, pienso, y ella reacciona veloz y me hala a la cama. “No tengo más dinero”, susurro con una voz que siento sale más de su garganta que de la mía. Un control que ha obtenido sobre mis sonidos, aún permanece intacto. Me ha robado el audio. Pero no me importa, al final pienso que me hace un favor, ¿qué tiene más validez, hablar con una puta, o hablar como una de ellas?
“¿Qué piensas?”, pregunta con mi voz. O con la suya. “Lo mismo que tú”, le contesto. Lástima, no entiende que ahora yo soy ella. No entiende que mi cabeza se ha colocado entre su vientre y su espalda, entre la atmosfera de placer de su catre y la esterilidad de sus almohadas negras, sordas y congeladas. Almohadas que no saben nada, pero lo han sentido todo.
La mujer se levanta desnuda y trae una jeringa consigo. “¿Quieres?”, me dice mordiéndose los labios. Ante mi estúpida y no infundada impavidez, sonríe casi gimiendo: “Me gusta que me inyecten”. Así que lo hago. El líquido parece pasar de las venas en sus brazos hasta llegar a mi cabeza en su vientre. Y entonces veo a Anie, la veo en cada burbuja sucia que ahora me entretiene, pero no está sola, Jhon la acompaña, ambos tienen una almohada negra en lugar de cabeza, y se frotan entre sí, contentos, sonriendo con dientes de hilo. Me resecan. Su felicidad me reseca.   

***

Me veo como un feto que sale de las piernas de Anie. Vomito. Vomito sobre toda la cama de mi prostituta, pero ella con la poca conciencia que tiene se resigna a arrastrarme al baño. Allí, dejo caer mi cabeza en el inodoro…Y lloro, lloro como lo sentiría el feto abortado.
“Estás hecho una mierda”, me susurra al oído con un ligero gesto de desaprobación, como si me considerara muy débil o muy desgraciado.
Ya afuera, camino hacia el edificio. La madrugada comienza a desvanecer la noche, como una orgía de chulos que, satisfechos, van desapareciendo.
Al entrar, huele a sexo y a cigarrillo. Pienso que debo ser yo, el ‘existencial’, que se ha agotado entre olores, humos, burbujas y felicidad de plástico, y dientes negros de almohadas de hilo. Pero no, no soy yo, es Jhon que fuma en la sala. 
No lo determino. Camino hacia el balcón. Él me sigue hasta buscar mi rostro para hacer un guiño de despedida. Tira el cigarrillo al vacío y se larga. Pienso que debe hacer lo mismo con Anie, chuparla y lanzarla a la nada.
El frío es pasmoso. Me siento como un cadáver que recibe una descarga eléctrica. Deseo mi cama. En ella, Anie no duerme, me espera con una de sus sonrisas plásticas. “¿Se ha ido Jhon?”, dice con desasosiego. Asiento con la cabeza y me acuesto a su lado. “Anie, ¿puedo fumarte?”, digo de repente. “Sí, pero más tarde. Ahora estoy cansada”.

Fabio Andrés Delgado Micán


Nació en Soacha (Cundinamarca) el 6 de abril de 1985. Hijo de Freddy Fernando Delgado Rojas y Blanca Cecilia Micán Huertas quienes vienen de descendencia humilde, aunque la familia de su padre se ha consagrado por la pasión a las letras. Cuando pequeño su abuela paterna era quien le recitaba poesía popular como el seminarista de los ojos negros o el duelo del mayoral, así como sus distintos contactos con la poesía de Federico García Lorca a su corta edad. Sus estudios primarios y secundarios los realizó en la ciudad de Bogotá bajo una educación laica donde se distinguió desde muy temprano en la escritura. Ya en la adolescencia escribe sus primeros manuscritos formales y asiste a recitales en la ciudad, gestando un interés más grande por la literatura. Hace sus estudios de pregrado en la Universidad la Gran Colombia en Bogotá donde obtiene el titulo de Licenciado en Educación Básica con énfasis en Ciencias Sociales y dedicado a la docencia como carrera. Ha publicado en la revista virtual poe+ de España, así como en la revista letra de cambio del mismo país. En agosto de 2009 inicia un proyecto personal transformándolo en un colectivo literario bajo el nombre de voces de quimera.

Amante de la música, de la literatura, el cine y la fotografía se ha convertido en un fervoroso seguidor del arte y de todas sus manifestaciones.


LAS TRAVESURAS DE LA CIENCIA INFUSA


Me descuelgo
Por mi piel vacía,
Entonando una melodía discreta,
Apacible,
Sensata y honesta.
Y quiero leerte.
Leerte lentamente como a un poema.
Un poema que hiera,
Hiera tan a fondo,
Que pueda sentir las palabras
Rebasando mi cuerpo,
Entristecido por el tiempo.
Y luego………..
Tomar una gran bocanada,
De sueños,
De colores,
De siluetas y pájaros violetas,
Que adornen el cielo,
Con claves de sol y nubes purpuras.

Mientras tanto,
Ravel se oye a lo lejos.
Y los ancianos tiempos,
Preguntan con suspicacia,
Si tus ojos,
Han volado por los años,
Siendo los testigos de las múltiples creaciones,
De un jardín infinito,
Al que llamamos mundo,
Y no lo se.
¿No se de donde vienes?
¿Ni con que pretexto huyes de mí?
Y cuando no estas,
¿No se porque me faltas en los poros?

Amante atrevida,
Dame la sonrisa escondida entre tus brazos,
Dame el minuto insuficiente de tu sombra,
Extasiada de una silueta deliciosa,
Que tal vez buscara con elegancia.
Que yo haga lo que a ti te plazca.


POETICA PARA ATENEA.


¿Deseas?
Se pregunta mi reflejo en el espejo,
Mientras busca con cuidado,
Los recuerdos en el retrato.
¿Y esas noches en las que solíamos ser?
¿Donde han quedado pequeña Victoria?
No lo se,
Mientras me huyo.
Y me alejo con desesperación de mi misma,
Siendo la extensión de mi propia carne,
Que ya no siento mía.

Y se viste la noche de ascuas,
Para verme,
Mientras lloras tú,
Amada mía,
En mi misma.

Nadie nos entiende,
Nadie nos relata.
¿Y cuanto importa?
Yo te vi bañada de mi infancia,
Cuando abriste los ojos en el destello,
Anhelando con gracia
Una bella palabra,
Y no recibiste más que desdicha.
¡Oh pobre desgraciada!
Y sin saber que era yo misma te abrace,
Con misericordia y luego pasión desenfrenada.

¿Deseas?
Cuando te miro a los ojos.
¡Y sabes que si!
Sabes que estas libre en mi,
Para jurarte un sueño,
Y almacenarte promesas del jardín,
Mientras buscas pequeña mía,
En mi íntimo reencuentro,
Que somos las dos.

Ahhhhhhh.
Pequeña victoria,
Como burlas mis ojos cuando sabes,
Que son los tuyos,
En esta mujer que pretendemos ser,
En esta articulación de anhelos que pretenden ver.
¡Oh pobre de ti!
Que sueñas como yo en salir de mí.