Nacido en la ciudad de Bogotá, en el año 1978. Bachiller del Fumparcal. Estudió música en la Sinfónica Juvenil y en la escuela Cristancho. Estudió de Cine y fotografía en la Unitec . Acaba de publicar un libro de poemas de nombre “CAMINO”. Ha realizado un viaje al exterior, España, donde conoció esa cultura; además ha conocido de manera paulatina nuestro país, sus costas y su selva.
AGUA
Tú que no eres roca, no eres montaña.
Muda lisa gota, álgida en río que brama
Y te llaman llanto, estás en el rostro,
Como le dicen a lo que duele hondo.
Cuando haces de mar ahogas al sol,
Cuando haces de orilla bañas al sol.
Al fin agua y mojado aquel mundo.
Tanto que te cobijas con su sudor.
Y ríe en las olas, y ríe en las ondas;
Si que tu suenas aquellas caracolas.
Y brillante, y piel líquida, y fresca.
Aquel hogar de los peces que besan.
EL GRITO AGUARDA AL ESPECIMEN
Por frente distinta, igual estuario,
Amapolas tan nutridas como el verbo,
A sus palmas una línea de agua,
Como en el cerebro un tallo de fuego;
Cuando al árbol aquel total rayo,
Rayo que inunda aquel árbol;
Tú tendrás el polen en sus sentidos,
Sentidos al umbral acallado;
Que de la pared brota el día;
De no ser definido goza ese día,
Cómo hiciera tarde aquel fuego;
Como de lo transparente el vaho;
Caracol, barro, cristal, viento;
Para el total cielo la guadaña;
Que las nubes el agua llevan,
Que las nubes el trueno levan,
Su viento fugado, su aliento penante,
Por el canto sin tregua provistos,
Contra la suerte de aquel tumbo;
Regar el agua, quemar el fuego;
Como al dormir el reflejo fugaz,
Los labios penetran los ríos;
Y se despedaza la figura;
No dejar bocado al enemigo;
De las moldura por su asechanza;
Sólo retazos de agua y de fuego;
Tropel de humos por la querella
Cómo muchedumbre de hechizos
La querella de acostar la esfinge;
Aquel grito aguarda al espécimen;
Animal apenas, mimar aliento;
Moteada oscuridad, redoble de haz;
Tú prueba la ruta sí que filtra;
En el borde aquella materia;
Fijándose en el cuerpo atragantado;
Hasta la raíz tu mimado delirio,
Contra ese espejismo asustado;
En el verano pasado el crujir,
Queríamos quemar el instinto;
Como la huella pide lava,
Por el vientre de silaba forzada,
Que las tareas nuestros chorros,
Y toda esa sed de culminar el rito,
Por el esqueleto de tu lengua,
Todo se une como saliva a la selva,
Selva que no deja lugar sin tallo;
Tan adheridos que apenas oscuridad,
Que en el desparpajo las rasgaduras;
La herida sin herida, respiro incansable,
Nada tendrá la muerte en la mano.
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