El Festival de Narrativa y Poesía, Ojo en la tinta, es un evento literario independiente que se realiza en la ciudad de Bogotá, Colombia, desde el año 2009. Este busca encontrar y difundir nuevas voces en la literatura colombiana y latinoamericana. El festival es organizado por el Colectivo Literario La Raíz Invertida.

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martes, 21 de diciembre de 2010

Jorge Osbaldo


Entre el brillo de la estrella de David y la sombra de su espíritu loco, es un cuento de ángel con garras de gato, es un Piscis embriagado con vino de Tauro. Tiene en la sangre el campo del pueblo Siachoque. Admira las piedras, los árboles, el álamo, el pino, y de las flores, el girasol, el anturio, la flor amapola.
Ha sido ganador de concursos literarios, entre ellos, el Concurso Distrital de Poesía y Cuento – Ciudad de Bogotá 2008 promovido por la fundación Cultural el Pretexto y el programa Literarte. Participante en varias publicaciones, es autor  del libro de microcuentos y aforismos “Voces y Piedras” 2008.

Microcuentos incluidos en el libro inédito “Hojas de árboles”.

Profético
El árbol que no recordaba su nombre tuvo un sueño: soñó que luego de sufrir la tortura del hacha, terminaba siendo la cruz donde moriría un hombre coronado de espinas.

Visionario
-Yo, Seudek, el apóstol que duerme en el cuero de una vaca, observé que los cayados, incluido el de Moisés, regresaban a sus árboles. Y ahí, a esperar que otras manos los empuñaban de nuevo en los caminos.

Último instante
Solemne y dejando escapar dos lágrimas, el roble de la montaña elevó los ojos al cielo. Instantes después, sintió los dientes de la motosierra.

Amantes
-¡Te amo! -le dijo María Magdalena, ya ebria de pasión y vino. Se levantó y caminó hacia el bosque de higueras jóvenes.
El hechizado amante suspendió las parábolas.



Reloj despertador

El reloj lo despertó a las cuatro en punto de la madrugada. Se desperezó. Luego, como siempre, se dirigió  a la ventana y recogió las cortinas. Se quedó mirando  la calle desierta donde sólo el viento con el látigo parecía abordarla.
Habría pasado dos minutos y ya iba a dirigirse al baño, cuando a través del vidrio enfocó un rostro de mirada gélida y una mano apuntándole con un revólver. Sólo fue un instante, pero alcanzó a ver que del cañón brotó fuego y al mismo tiempo sintió varios impactos en el pecho. Se derrumbó. De su boca emanaba el sabor a hierro de la sangre, el aliento subterráneo  de lo agónico. Algún ser invisible comenzó a arrastrarlo hacia un abismo, pero el timbre del reloj lo despertó.

-¡Maldito sueño! -dijo-. Pero menos mal, sólo fue un sueño.

Sin embargo miró hacia la ventana y notó con sorpresa que estaban recogidas las cortinas. Se levantó despacio y fue hacia ella encontrándose de nuevo con el rostro de mirada gélida, la mano y el revólver. Sonaron los disparos y el reloj timbró.

-¡Maldita sea! -gritó-. ¿A caso estoy ante un sueño que repite? ¿En algo circular como en un cuento de Borges?

Eran cerca de las cuatro, faltaban tres minutos para el timbre y ahora sí parecía estar despierto. Dirigió la mirada a la ventana, las cortinas recogidas y un nuevo agravante: el vidrio rotó. El corazón se ubicó en el borde del infarto. Y otra vez el rostro, el revólver, los impactos, la sangre, y un reloj  implacable desbocando los segundos.

lunes, 26 de julio de 2010

María Emma Guerrero

De su paso por la Normal le quedaron no muchas amigas pero si recuerdos de las noches de sábado, las sabanas remendadas al colchón para evitar los castigos de la Directora en la revisión de los dormitorios, los primeros tabacos en la intimidad del oratorio y los desayunos de los miércoles: café y pan con mermelada. Se vio abocada a la incertidumbre de finalizar sus estudios y tener que enfrentarse a un oficio de alta dignidad pero históricamente desagradecido. Sin embargo, sin dejarle nada al azar, se aprestó a embarcarse en una aventura histórica que la llevó a navegar por las páginas que constituyen el testimonio del devenir institucional de la educación colombiana entre 1886 y 1940. De este modo, afianzó su pasión por la educación, la investigación y la historia. En estas circunstancias era inevitable que la joven hallara el amor. Al parecer se enfrascó en una tormentosa pero vibrante relación con el Doctor Pablo García Medina, como consecuencia de las repetidas visitas de éste a la Normal, para dictar conferencias sobre “Principios de Higiene”. Se cuenta que los momentos más críticos de su vida, pero también su mayor producción intelectual, estuvieron vinculados con su relación con el Doctor García Medina, al que sus allegados apodaron “El Vampiro” por su capacidad para arrebatarle la vitalidad a la joven. Esta situación, que sólo podría culminar con la muerte de alguno, cambió paulatinamente con la muerte de éste a la que siguió la desaparición de Guerrero. Los señalamientos culpándola de la muerte de El Vampiro no se hicieron esperar y la llevaron a refugiarse. Estuvo varios meses en la clandestinidad, de donde se comenta que tomó un gran afecto por las caminatas nocturnas con su lucidez altamente afectada por el alcohol. Al parecer, en una de estas caminatas, en una ciudad costera, fue contactada por un marino quien la puso a salvo en su embarcación y de quien se rumora, la encaminó de nuevo por el ejercicio de la escritura.


EL CARIBE


Bergantín Independiente. Bahía El Tablazo. 24 de julio de 1823-13°


 


Señorita Leticia,



Deseoso de que la infinita gloria del Santísimo la cubra de gracias y bendiciones.

Apostado en mi camarote esta mañana de julio donde la mar por fin se ha calmado y el chubasco es apenas un amargo recuerdo, me hallo excitado de poder iniciar la que el Contralmirante cree la batalla definitiva y, temeroso de enfrentar tan dura prueba, solo un aliciente halla mi alma y mi espíritu…

Esta madrugada el viento estaba fresco y bravo pero a diferencia de las últimas semanas se movía a favor nuestro. El aroma de las frutas y del polen que para tantos es imperceptible, nos alcanzó al amanecer e hizo que el Contralmirante tocara la señal del alistamiento. Las congojas de los pobres desfavorecidos de la clemencia del Supremo desaparecieron con el llamado. Presas del gozo, parecían haber escuchado las canciones de cuna en la voz de su madre, o tal vez, la invitación al placer de los ojos de su amante. Si, tal vez fue eso. La esperanza del regreso para aquellos que presumen de tener quien les espera. Me pregunto cuantos de ellos se unirán a la gloria de Dios en las fauces de tiburones o en los picos de los gallinazos luego de haber sido tirados por la borda…

Se sorprenderá usted de mi queja señorita Leticia. Y es que después de todos estos meses, en que llevados por el sueño de expulsar al enemigo acérrimo de la libertad de los americanos, sin tener la más mínima noticia de Su Hermosura, no he podido menos que dejarme llevar por la furia… porque sepa usted, que a varios marinos les ha acontecido que, soportando las más duras penurias que solo el Santísimo sabe porque solo de Él pude desprenderse tanta barbarie, aquellas damitas que un día dieron el beso del adiós, sellando en este la promesa de la espera, abandonaron los votos del amor imperecedero.

Han sido meses de grandes privaciones pero entre todas, la privación de su presencia es la más dolorosa para mi persona. Muchos marinos perecieron en el anterior combate. El brigadier Morales, al que orgullosamente llaman los realistas el Terror de los malvados Americanos, acribilló sin compasión a los marinos que luego de rotas las cuerdas de las anclas fueron llevados por ímpetu de las aguas a las costas del enemigo. El paquebote que fondeo cerca nuestro ayer, informó al Contralmirante la proximidad de los refuerzos realistas desde Curazao. Nuestros enfermos han ido falleciendo por la falta de agua y tratamiento. El zambo Pedro, repartidor del agua dulce, redujo la ración a los enfermos. Cuando el oficial segundo lo llamo a descargos, dijo que no podían desperdiciarse las raciones de los sanos, en hombres inservibles que mas valía botar por la borda que cargarlos con piernas rotas o sin ellas, con brazos que no podían siquiera tomar la bayoneta, tuertos que todavía no atinaban a coger el pan y ponerlo en su misma boca…

Pero también es que no tenemos como atenderlos. El general Montilla que más parece que se halla en Guerra contra el Contralmirante Padilla demora en demasía el aprovisionamiento de víveres y pertrechos. A manos del Lobo del Mar llegan noticias de sus calumnias, de sus airadas peticiones al señor Vicepresidente, en las que se nota su rencor tan solo por ser mi General un mulato. Apelamos a su caridad para que envíe médicos y medicinas para los enfermos, pero al parecer Su Excelencia El Libertador requiere pertrechos y oficiales para las campañas del sur, de las que deberá usted estar más enterada que yo.

No hay en el mar noches iguales. A veces cuando las aguas están calmas son los gritos de los marinos los que parecen estremecer el oleaje. El cansancio al fin nos rinde porque siempre hay algo que hacer en el día. Esta semana esperando poder alzar velas en nuestro bien, el Contralmirante nos dio el destino de reparar las goletas y flecheras. En algunos casos se debe carenar el casco completo porque la Broma lo ha carcomido y no soportarían un combate, en otros casos hemos tenido que barrenarlos porque se hallan del todo inservibles. Como se engrandece su corazón de ver a los desarrapados hambrientos cargando maderos, cortándolos y construyendo canoas o haciendo los amasijos de brea y estopa para calafatear las embarcaciones que sufren la penetración del agua. La falta de provisiones nos tiene en demasía débiles, dos han muerto porque se les ha reventado el estómago por el hambre. Me perdonará señorita, que oprima su inmaculado corazón con las imágenes de dolor que los marinos vivimos.

Anoche salí a proa a respirar la frescura de la noche. Si no los cañonazos del enemigo, la putrefacción de los cuerpos que el Primer Oficial se ha esmerado en conservar por ser de sus conocidos va ha hacer que estalle el buque. A pesar que ayer en la mañana empleamos parte de la carga de arena en cubrirlos, lo cálido del clima los esta cocinando. Esta mañana el cocinero denunció que la sal que quedaba se perdió. Yo pienso que fue el Primer Oficial que la volcó sobre los cuerpos para detener la pudrición de las carnes.

Anoche la bruma grisácea desapareció. El azul resplandecía y las estrellas se abrieron paso en el cielo. La noche estaba fresca y yo pensaba… En Su Merced el mediodía de aquel domingo cuando saliendo de la misa nos cruzamos en la plaza. El brillo de la mantellina con la que trataba usted de cubrir las fibras cobre que tiene por cabellera. Aun recuerdo las flores bordadas en hilos brillantes. Solo acierto a cerrar los ojos e imaginarla… ¿Cuales serán sus más bellos pensamientos, ¿Cuáles las angustias que atormentan su mente? Siempre son estas las imágenes que menguan mis angustias.

Al medio día nos encontraremos con la Valerosa. El comodoro Chitti se dirige de Jamaica a Santa Marta. El contralmirante guarda silencio pero esta ansioso porque se haga abordaje y traiga provisiones para nosotros. Tenemos aperos, pero tenemos necesidades para el combate, muchos se hallan descalzos, camisones raidos son nuestros uniformes, los zapatos que hay están de buena apariencia porque no los usamos y en el encuentro con el Infernal Morales solo unos cuantos estaban calzados y los demás combatieron descalzos. Pienso en que el combate no dure mucho porque calcetas no hay y con el calor, el cuero de los zapatos y las botas podría rebanarnos la piel a pedazos.

A pesar de las carencias, en pocas horas todo estará listo con refuerzos o sin ellos. En las cubiertas de los buques se ha esparcido ya la arena mojada, debemos evitar resbalarnos en la sangre, mi camarote se reduce a un esqueleto de laminas metálicas y palos de madera pues todas las cobijas ya se hallan en cubierta remojadas también, alimento hoy no comimos, tan solo unos pedazos de pan que los insectos movían, fueron a parar al estomago de uno que otro hambriento que veía en ello un gran alimento. Los cocineros y los sirvientes se hallan en el depósito ayudando a sacar las armas y juntando las incendiarias, las mismas que en poco tiempo por su impericia podrían cercenarle los dedos o los brazos completos.

Prefiero pensar que las comunicaciones privilegian las cartas de nuestros superiores. He escrito a Su Merced un número no menor a diez cartas y ninguna ha hallado contestación. Turbulentas ideas, más turbulentas que las aguas del Caribe se apoderan de mi mente. ¿Me ha olvidado usted? He pedido el consentimiento del Contralmirante para que la presente sea enviada a Su Hermosura en la embarcación que sale con correspondencia este mismo mediodía. Mis súplicas afligieron el corazón de Don José, sepa usted que es hombre noble y gran marino, digno de de toda admiración. Es mulato, más americano que muchos de nosotros, y creo que en su alma esta también la imagen de doncella apenas parecida a Su Merced. En sus ojos veo yo que la guerra terminará. Y que seremos victoriosos.

Tengo la certeza de que esta es mi última carta. Ruego porque las anteriores hayan llegado o lleguen a sus manos. Y ruego porque Su Merced, así le parezca en demasía tarde, les de contestación. Ha sido imposible unir nuestros cuerpos aunque nuestros corazones, juntos han sido a pesar mi partida. Solo su contestación me permitirá descansar con la seguridad de que compartimos juntos un pedazo de nuestra vida, a pesar de la distancia.

Me despido deseando a Su Hermosura el goce de la vida en una Patria Libre.

Señorita Leticia, Que la Gloria de Nuestro Señor este siempre con usted.

Infinitamente suyo,



Pedro Felipe Ríos

Bergantín Independiente. Bahía El Tablazo. 24 de julio de 1823-13°

domingo, 28 de marzo de 2010

Ojo en la tinta: 1° Festival de Narrativa Vs Poesía


Nota sobre Ojo en la Tinta

Durante el mes de octubre del 2009 se llevaron a cabo cinco encuentros con la nueva literatura contemporánea y “underground”, en el primer festival de literatura “Ojo en la Tinta”, bajo la premisa de Poesía Vs Narrativa; no con una intención de discordia o de competitividad, más bien como un encuentro amistoso, en el que se expusieran los trabajos literarios de jóvenes que están embarcados en ese camino, un tanto pedregoso, de la creación literaria.

Para este fin se invitó a diferentes grupos literarios, que de manera autónoma  abren sus espacios en el escenario de la literatura bogotana. De esta forma el 1° Festival de Narrativa vs Poesía contó con miembros de grupos literarios como La conjura de los necios (Café literario y Taller de Creación literaria de la Biblioteca Pública El Tintal Manuel zapata Olivella), Grupo de poesía Aldabón (Taller de Poesía de la Universidad Pedagógica), Los Cuervos (grupo literario de Suba), y los grupos independientes Caterva literaria, Remington, Periferia Literaria, entre otros, quienes leyeron y compartieron textos de su propia creación, en espacios como la Biblioteca Pública el Tintal, la Biblioteca Pública Virgilio Barco, la Biblioteca Pública de Suba, el Jardín Botánico y la Biblioteca Pública Ricaurte; escenarios localizados en diversos contextos de la ciudad de Bogotá.

Fruto de una gestión autónoma, se ofreció un espectáculo particular a personas de diferentes estratos, condiciones y ocupaciones, de forma gratuita y sin ningún interés de retribución económica.

Dichas jornadas se caracterizaron por tener como objetivo el entablar una plática amena entre los diferentes grupos literarios, con el fin de que las diferentes gestiones en torno a la literatura no queden limitadas a ciertos círculos donde se desconoce el trabajo de los otros. Con este propósito, los recitales se perpetraron acompañados por un diálogo familiar entre los invitados y el público asistente.

“Para cerrar con broche de oro” al finalizar el festival nos acompañó la escritora colombiana Piedad Bonet, quién no solo compartió con nosotros sus poemas, sino que nos contó sobre su oficio de escritora, sugiriendo algunos consejos a partir de su experiencia, a aquellos jóvenes que se aventuran al ejercicio de la escritura, dejando claro que es un camino de mucha disciplina y talento.

Al final de este primer “Ojo en la Tinta” nos invadió un sentimiento de gratitud  con las personas que desinteresadamente nos ofrecieron su apoyo; igualmente  con el grupo interesante de personas, que oscilaban entre 20 y 50 asistentes por evento, que con buena atención y disposición estuvieron a lo largo de todas las jornadas.

Por todo lo anterior vale recalcar que nos queda un gran sentimiento de satisfacción por el ejercicio realizado, teniendo en cuenta que ha sido nuestra primera experiencia,  la cual se encuentra en aras de mejorar.                 

Jenny Paola Bernal
Comité Organizador.

Yolanda Araque Osorio


Cursó estudios de Literatura en la Universidad Nacional de Colombia, donde recibió  clase con los profesores David Jiménez Panesso, Marina Kuzmina, Fabio Jurado Valencia, Luz Mary Giraldo y Harold Alvarado, entre otros.
Durante la realización de un seminario sobre Neruda, conoció al escritor y poeta colombiano Henry Luque Muñoz, con quien sostuvo una corta pero bella amistad algunos meses antes de su fallecimiento.
Una tarde de sábado, algún tiempo después de haber regresado a vivir a Bogotá, encontró en un salón de la Biblioteca Pública el Tintal un singular grupo de trabajo, por aquel entonces denominado el Café Literario, y ahora reconocido en este feliz encuentro como “La conjura de los necios”, un grupo literario conformado por distintas edades y generaciones, todas ellas reunidas bajo el entusiasmo del papel y la tinta, en suma de aquello que bordea el antiguo ejercicio de la Literatura.


Visión vespertina

De vez en cuando, es bueno detenerse
Para mirar los rostros de las gentes
Y darse cuenta.

A veces es bueno
Sacar a pasear la soledad un rato
Y entretenerla mirando las vitrinas
O sencillamente mirando hacia abajo,
Hacia donde los pasos
Gastan afanosamente el pavimento de las calles.


Aparición

Allá ibas
Como queriendo convertirte en lejanía.
La mirada inclinada
El andar poco firme
Casi apenas soportando
El persistente eco del que está
                                                “ya para siempre ausente”…

Yo, desde estos ojos que sólo
Saben estar vez tras vez perdidos
Alcancé a mirarte.
Y vi cómo volvías a aparecer,
Indescifrable incógnita,
Entre mis pensamientos.

Roberto Balbastro


Viajero ambicioso. Nació en Bogotá en 1983. A los doce años se escapó de la casa, viajó al Brasil a pie hasta llegar al atlántico para luego embarcarse como polizonte en un barco con destino a Marruecos. Luego de vagar seis años por viejas ciudades del medio oriente, que van desde Bahdad, El Cairo o Beirut, ganándose la vida como saltimbanquis, decidió dedicarse enteramente a la escritura.  En Dublín, en el año 2002, entabló amistad con el famoso poeta George  F. Machen Wilde con el cual fundó el grupo de poetas y escritores sobrenaturales llamado Water and mirage (agua y espejismo). Actualmente, luego de su regreso a Colombia, se dedica al estudio de la obra del desaparecido escritor de ciencia ficción Rene Rebetez. Es uno de los fundadores del grupo literario “La conjura de los necios” que se reúne los días sábados en el taller de Creación literaria de la Biblioteca Pública El Tintal Manuel Zapata Olivella.


EL ESTANQUE EN VACACIONES

Muerta la rana, Lauren quiso sabe qué contenía por dentro el animal. Dejó de chapotear en el viejo estanque que quedaba detrás de la finca de sus abuelos, volvió a la cocina de la abuela y vio que estaba en el corral dándole de comer a las gallinas, cogió el cuchillo con el cual la abuela partía el pan, se lo ajustó al cinto y regresó al vetusto estanque de aguas turbias donde la rana había muerto de vieja. Estuvo contemplándola por un rato sin atreverse a nada, al cabo de unos minutos se decidió a hacerlo; se agachó y con la astilla de un árbol le dio vuelta a la pálida occisa que había quedado bocabajo, sacó el cuchillo del cinto y lentamente fue haciéndole una incisión de arriba a abajo en su estomago.
 Muerta la rana, y con el estomago abierto como una flor matinal, Lauren hurgaba dentro de ella con el cuchillo de la abuela, nada de lo que veía y olía parecía inquietarla, parecía diestra en el oficio de abrir anfibios muertos de senilidad. Sacó todo lo que el animal tenía dentro dejándola como una simple bolsa vacía, le parecieron bonitos los colores de los intestinos que tenía a sus pies; de un azul opalino roseados con una pátina rojiza. Los cogió y se los pasó por la cabeza ajustándolos en su cuello como un hermoso y viscoso collar ¡Qué hermosa me veo!
 Muerta la rana, Lauren sintió pesar por ella de tan arrugada que estaba sin su relleno vital, pensó en implorar una oración por su alma pero todavía no le habían enseñado a hablar con Dios en la escuela, quiso devolver todo lo que había sacado del estomago de la rana pero no quería quedarse sin su collar. En última instancia se le ocurrió cavar una fosa para ella.
 Muerta la rana, y con la fosa ya cavada, a Lauren le pareció que no era correcto tirar  la rana a la fosa así no más, como un simple animalucho, después de todo ella, la rana, le había ayudado a entretenerse en la finca de sus abuelos. La vida en la finca de los abuelos era aburrida sin sus primos.
 Muerta la rana, Lauren pensó que era mejor prenderle fuego, no sabía por qué pero algo le decía que era lo mejor para ella. No quería dejar a la rana ahí, sola, pero tenía que ir a la cocina de la abuela por unos cerillos si quería darle cremación. Estuvo un momento pensando qué hacer. Hasta que lo supo.
 De tan muerta que estaba la rana y como si le arrojaran una sabana encima a Lauren, un ligero hedor la empezó a envolver de arriba a abajo. Llevó sus manos a los bolsillos de su pantaleta y sacó un frasquito de perfume que siempre llevaba con ella, porque era el perfume de su muñeca barbie que le habían regalado en su cumpleaños. Lo destapó y vació lo que quedaba de contenido sobre el cuerpo inerte de la rana.
 Muerta la rana ya no olía tan mal. Bañada en perfume seguía igual de muerta. Lauren regresó a la finca, se detuvo en la cocina de la abuela, arrastró una silla a un rincón y cogió una cajetilla de cerillos de la repisa. Caminaba de regreso al estanque cuando oyó la voz de la abuela que desde el gallinero la llamaba, Lauren sabía qué quería; ya era demasiado tarde para estar jugando en el estanque.
 Muerta la rana, Lauren supuso que si dejaba pasar el tiempo encontraría a la rana más muerta que desde cuando la dejó, no hizo caso de la abuela y regresó al estanque. Cuando estuvo allí de nuevo vio el cadáver a pesar de la tenue oscuridad, verdaderamente parecía una simple talega vacía.

Henry Alexander Gómez

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Bogotá (1982). Profesional en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y estudiante de Maestría en Creación Literaria de la Universidad Central. Es director del Festival de Literatura “Ojo en la tinta”. Su libro Cartografía de la luz ganó el XXVI Concurso Nacional de Poesía Universidad Externado de Colombia; con el libro Georg Trakl en el ocaso fue Segundo Premio del IX Concurso Literario Bonaventuriano de Poesía; ganador del Concurso Nacional “La poesía de la vida cotidiana” - Casa de Poesía Silva.

Ha publicado los libros Memorial del árbol (2013), premiado en el IV Concurso Nacional de Poesía Obra Inédita, Diabolus in música (2014) Premio Nacional de Poesía Ciro Mendía y Teoría de la gravedad (2014), publicado en Quito, Ecuador. Sus poemas aparecen en los libros Raíces del viento (2011), en la antología Postal del oleaje: poetas nacidos en los 80. Colombia-México (2013), y en diferentes revistas de Colombia y el exterior. Hace parte del comité editorial de la Revista Latinoamericana de Poesía La Raíz Invertida (www.laraizinvertida.com).





Del libro Teoría de la gravedad (2014)



En el lomo de la vaca el viento revuelto en un sudario de espumas

Eran las mañanas y las tardes. Solía acompañar a mi abuela Ana
a llevar y traer las vacas, del establo al potrero y del potrero al establo.

Íbamos por la mitad del pueblo arreando las vacas
que eran como dedos gordos de Dios.

Yo y mis cinco años y la rama de un árbol haciendo de fusta.

El sol trepaba por las manchas azules de las vacas y en su paso torpe
un aliento desconocido empozaba la sílaba del sueño.

Las piedras, las crestas de los árboles, un puñado de maderos y sus cercas.

Verlas pastar era echar boca adentro toda la paciencia del aire,
como hundir una luna en un enredo de hierba.

Y en los ojos de las vacas un vacío de luz, un misterio lerdo que latía en cenizas
sobre el corazón lento del día.

Mis cinco años, mi abuela Ana y las moscas abriendo huecos
en las primeras sombras de la tarde.

Entonces la vaca Golondrina se fue de bruces al río.
El hechizo del agua le llegó como una soga que halaba su carne
en una cadencia sin tiempo.
Era de ver su júbilo corriendo entre las formas del torrente. Mugía y su voz era un tambor que trenzaba mi garganta. Un fósil nacido en lo más hondo de la vocal del mundo.

Corría la vaca por el río y mi abuela la seguía desde la orilla,
entre los pastos largos y mojados,
llamando desesperadamente su bovino. Cuidado de no ahogarse la vaca loca.

Mis cinco años arreando el sueño de loco de mi abuela Ana. En el lomo de la vaca el viento revuelto en un sudario de espumas.

Hará tiempo de aquello. El río arrastrando esqueletos húmedos de hojas y trastos vegetales, llevándose consigo mis cinco años y las alas invisibles de la vaca Golondrina,
en una ceremonia de bocas abiertas a los muslos de la nada. Navegaba ahora
hechizado el ocaso en una brisa de peces muertos.

Dicen que las vacas
se parecen a los sueños de los hombres tristes, no dejan de rumiar su soledad
en cualquier balcón desvencijado de la vida. En el mañana
o en el ayer, es floración la noche cerrada.

A la orilla, sobre la piedra bañada, boquea todavía la vaca Golondrina
tragando tajos de luz. Muge mientras puede.



De libro Memorial del árbol (2013)



El ángel negro de la isla de Kampa

Nadie lo vio entrar en su casa. Era una fría noche de Praga, era un poema tirado a la alacena.
Al principio, con el orgullo herido y las polillas sacudiéndole los trajes, se acostumbró a vivir con la noche colgando de su espalda.
Decidió el encierro porque los hombres sencillos mueren solos.
Con la pupila altamente dilatada, Vladimír Holan, entendió que las sombras viajan empedradas de palabras. La piedra oscura había regresado cargada de frutos.
En aquella casa había tanto ruido, tanta miga de pan en las esquinas.
Se dice que la luz de la ventana duraba encendida toda la noche, en el resplandor de la vela se diseminaba el diálogo del mundo.
La claridad no se hacía esperar. Nadie y todo había en él. La campana detenida por el lápiz, Hamlet conversando con las ruinas del espejo, la muerte escondida en las catedrales.
Pero los años no pasan en vano. En la pesada puerta crecía un caballo atado con alambres.
En el instante en que la voz del ángel deshizo los colores de las cosas, cuando la tierra de los cementerios colmó de cicatrices las estancias, pronunció estas palabras:
“Kateřina ha muerto. Hoy no ha venido nadie a preguntar. La casa ha ocultado, al fin, todos sus ruidos.”




Hay soles que caen

Un ángel juguetea en el ramaje del árbol.

Es tan grande el abismo,
y tan silencioso el techo del mundo,
que nos abraza la pesadumbre,
y bebemos aguardiente,
                                                    y lloramos,
porque no entendemos
cómo Dios juega con sus dedos de piedra
entre las hojas del álamo.




Incandescencia

Escucho,
                 palpo,
                 a cada instante,
                 la voz
                 en la pupila extranjera.
He descifrado su desvelo,
el latigazo de una música antigua
                 que desorienta los rayos del sol.

¿Puedes escribir sobre la línea del árbol?
¿Puedes envenenar el trueno
                                           que rodea
                                                           la luz del vigilante?



Georg Trakl en el ocaso

Un rostro púrpura se ciñe al abrazo calcinado de la noche.
El espíritu oscuro de los bosques, las sombras venenosas,
el grito moribundo de los guerreros otoñales,
cubren de opio el azulado cuerpo de espino.
Aletean los murciélagos alrededor del joven que sueña.
Se escucha un lamento crepuscular.
El niño Elis le besa la frente sangrante
y la hermana juega con alcoholes mortíferos,
deambulando entre los catres del centro hospitalario.
Qué luna más amarga,
cuánto silencio sobrevive en el canto último del mirlo.
Tierra negra amasa una música nocturna
y se extingue un corazón huérfano de flores amarillas.
La tumba aguarda a los ángeles caídos;
un venado azul corre en delirio a la primavera.




De libro Diabulus in música (2014)




Johnny Cash

Enterré el puente de mi guitarra en el aire, sacudí las polillas de mi sombra y cultivé el vapor de la música sobre el heno de los días, a un lado de la carretera, donde los mundos se fecundan.




Jim Morrison

Desde lo alto de la duna dejo caer una escudilla que rasga un aire extraño que acecha mi presencia. Ancianos ángeles amasan mi saliva con arena. ¿Quién acompañará mis huellas para descifrar el verdadero rostro de la luz?

Romper el cristal. No hay noche más fría. El nombre del desierto me persigue. Las puertas se derrumban.

Con el hueso roto del coyote buscaré mis años perdidos junto a un demonio que trama el antiguo imperio del cielo.




Janis Joplin

Inútil es viajar entre el olor de la ceniza, sepultar amapolas en las mandíbulas del ángel ciego.

Canción de la infancia: fumar el opio de la piel y beber la última gota de un blues de la botella más oscura de un bar de Louisiana. El pulmón amordazado mientras el gramófono suena a Bessie Smith o a Billie Holiday.

Una huella descalza la delata, la delata su sombra transparente.

Hurga una grieta en la penumbra. Descúbrete impedida para contar la multiplicidad de nubes que rodean tus dedos.

Es bello vigilar desnuda al sol cuando anochece: la orgía de su voz baja cóncava al interior de la tierra.




John Bonham

En el grito del árbol encontrarás la semilla. Mi escritura viaja al galope del viento entre los cascos del caballo. Esta tierra se adelgaza ante el trueno del agua en el pecho de un pájaro.

He dejado al granizo sin aliento.




Jon Lord

Recogí de la neblina en la mañana cada uno de los hilos que expanden las yemas de mis dedos. Hilar es mi destreza, la certidumbre de dormir en una cavidad de sonidos que arden como diluvio perpetuo.

Un flameo inmutable me sigue a todas partes: una tela de música que hoy es mi mortaja, una sonata que ordena a un tiempo la dinastía secreta de un centenar de relámpagos.

Mi corazón es la rueca, la bruma el ovillo, mi música, una calina de fuego que lo ha envuelto todo. 




Pappo Napolitano

Me reconozco en el polvo del adiós, en las piedras errantes: con un hilo de viento me hice un collar de caminos.

Dejo el diapasón de mi guitarra bañado por un rumor de flores vestidas por la lluvia. Dejo mi amada Harley Davidson con la que probé el peso de la fe y la pulsación de la muerte. Hay una canción de espejos y lumbres al final de la autopista.

Nada vale más que un viejo blues cortejando las voces aromáticas del sueño.




Ronnie Van Zant

Al amanecer, algún extraño viajero señala con el dedo un pájaro que guarda el nombre de todos los pájaros.

Su vuelo ha dibujado, en el corazón abierto del alba, cada hilo de acero con los que un niño ovilla el paraíso de mis alas.




Ian Curtis

Hoy tengo la mirada hecha de tierra para arrojar un puñado al vacío, el espíritu de papel para prenderle fuego y hacer con las cenizas música para sujetar mi destino. 

Vengo de abrir una hendidura donde la luz se reconcilia con la muerte, de atar mi cuerpo hueso por hueso a la llama de mi voz, como la danza de Caín en la sonrisa oscura del miedo.

Hoy tengo la boca en la mitad del pecho con una paloma agrietada en la garganta. 


El aire está roto en pedazos.