El Festival de Narrativa y Poesía, Ojo en la tinta, es un evento literario independiente que se realiza en la ciudad de Bogotá, Colombia, desde el año 2009. Este busca encontrar y difundir nuevas voces en la literatura colombiana y latinoamericana. El festival es organizado por el Colectivo Literario La Raíz Invertida.

jueves, 12 de enero de 2012

Tatik Carrión


    Gestora Cultural, escritora y docente. Directora del Encuentro de Escritores "Fuerza de la Palabra".
    Difunde el trabajo literario y artístico de jóvenes y maestros colombianos por medio del Programa Radial Tertulia Poética y de la Asociación Zona de Arte Alternativo.
    Algunos de sus textos han sido publicados en diferentes antologías. Actualmente prepara la publicación de su primer libro que reúne poemas y cuentos cortos.



EN EL GRANERO

A Antonino Ramos y a mis hermanos y primos,
compañeros de los juegos que nunca gané.

Hace muchos años murió mi abuelo. Vivía en esta casa gigante de madera que traqueteaba con cada paso y con cada cosa: con el sol, con la lluvia, con mis pasos bruscos y con sus pasos suaves cuando él, espiaba a mi abuela en el tocador.

Aquí crecimos todos. Aquí y en el granero. Claro, el granero. El lugar de las pesadillas por donde corríamos todos con sudaderas idénticas pero de diferente color mientras jugábamos a las escondidas.

―Dieciocho, diecinueve, ¡veinte!... ¿Ya? ¡Salgo a buscar!

Los ojos brillantes en la oscuridad. La respiración de todos como un eco danzante. Los pasos del buscador hacían que el frío se me metiera por los oídos y me zumbaran los miedos. “¿Qué tal que no me encuentren? ¿Y si mis hermanos se van y me dejan sola? ¡Ay no! ¡En el granero asustan!”.
Pasaban los minutos y nada de nada. Poco costaba decir: “¡Estoy detrás del molino viejo... donde hay una mesa llena de cajas, de herramientas y trapos…! Pero así no era el juego, había que esconderse y escuchar al silencio señalándome y haciéndome recordar los pequeños robos con mi amigo imaginario. Los nervios me hacían dar ganas de orinar... me voy a orinar, me voy a orinar, pensaba una y otra vez”.

―¡Un, dos, tres, por Orlando que está detrás del tractor!

―¡Un, dos, tres, por César que está detrás de la puerta café!

A Sandra y a mí, no nos han encontrado... ella está con Raúl en el cuarto de las herramientas del abuelo. Afuera se escucha la música y las carcajadas de los tíos. Es diciembre. Me gusta diciembre porque vienen todos mis primos y jugamos y reímos.

Mis tíos toman cerveza y bailan. Mi abuela cocina generosamente y mi abuelo, conversa con mi papá y algunos tíos. Hace un rato lo vi reír. Cuando sea grande, quiero aprender a bailar, para invitarlo a la pista que es la sala de la sala de su casa; además porque él cumpleaños el 31 de diciembre…Todo está oscuro y pienso en mi hermanito, es un bebé que debe estar con los otros bebés tratando de dormir con este ruido. Bueno, por lo menos él se puede mover y hablar; en cambio yo acá, con miedo y ganas de orinar detrás del molino viejo que huele a óxido, a metal y a tiempo, sin poder mover la cabeza y cerrando los ojos. No sé para qué los cierro. Tal vez pienso que así ayudo a la oscuridad a hacer sombra. ¡Me voy a orinar!”.

―¡Un, dos, tres, por Sandra y Raúl que están en el cuarto de las herramientas!

Solo falto yo. ¿Por qué mi hermano no me encuentra? ¡Acá estoy! Por aquí atrás… en el hueco. Susurran. Los escucho hablar suavecito y reírse, creo que mis primos le están revelando mi guarida a Giovanny…pero él sigue de largo y no me ve. ¡Ay no! ¿Qué hago? ¿Qué tal si me muevo para darle una pista? ¿O si mejor gano el juego? Pero es que... yo nunca he ganado...Ay, Dios, me voy a orinaaarrr, ya no aguanto… me asfixio. El molino me quita el aire y su olor se mete por mi nariz para hacerme llorar por los recuerdos... mejor voy a mover el molino, ¡aunque está muy peeeeesaaaaaadoooo!

El estruendo fue tremendo. Mis primos y hermanos, corrieron como locos escapando de las benditas almas del granero. Quedé sola en medio del silencio y perdí de nuevo…


Ahora que he vuelto, y cuando el granero solo es un lote baldío sigo con la misma pregunta de siempre: ¿Mi abuelo habitará este lugar que todos hemos perdido?




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